[...de Dolores Aleixandre en Alandar.]
En vez de incorporar el principio activo y la biodisponibilidad de su presencia a alguna corporación reconocida y poderosa (fariseos, sacerdotes o escribas que eran entonces las Bayer, Merck o Roche de hoy), prescindió de la protección de sus patentes y, para estar al alcance de todo el mundo, corrió el riesgo de comercializarse a precio ínfimo y con margen cero de beneficio. (Si a alguien le escandaliza esto de la comercialización, le recuerdo aquella antiquísima antífona de la liturgia navideña que llama a la encarnación admirabile commercium entre Dios y nosotros).
Hoy resulta decisivo el lanzamiento promocional de lo que sea: un medicamento, un famoso, una película o un libro y de cómo se haga esa campaña dependerá la clave de su éxito y su prestigio futuro. Se supone que...
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